10.30.2007

No quiero más presidenciales

Llegó el domingo. Elecciones presidenciales. Las elecciones anteriores fueron al día siguiente de dejar a mi abuela en Chacarita. Esta vez le tocó a mi tío. Me da miedo pensar en las próximas elecciones, como si hubiera una regla para todo esto, como si de ahora en más cada vez que sumemos un presidente tengamos que restar a alguien en la familia.

La cruel realidad es que los años pasan y venimos a esta tierra con fecha de vencimiento, pero no quiero seguir pensando en eso.

Este fue un fin de semana raro. Raro porque me sentí rara. Me enteré de lo de mi tío y no sabía qué sentir ni qué pensar. Empecé a revolver en la bolsa de recuerdos y por más que hubo no pude avanzar de mi más tierna infancia, tenía unos cuatro años y estaba jugando con mi hermano en la terraza de la casa de mis viejos. Era verano y jugábamos con agua. Llegó mi tío y nos regaló a cada uno un cabsha y un muñequito, el de mi hermano un pollito amarillo, el mío un pollito negro. Más de eso no puedo recordar, quizá sea cuestión de tiempo, quizá esa magia que tiene la mente para esconder las cosas que no se deben recordar haya escondido demasiado bien todos los recuerdos.

Nos encontramos en el cementerio, rezamos, hice mi oración personal, la misma que hago hace años y que algún día les voy a contar. Salimos de ahí y me fui directo a lo de mis viejos. Quizá por comodidad, por costumbre o buscando tener el almuerzo con brindis de cada elección nunca hice el cambio de domicilio, y no tengo planeado hacerlo.

Almorzamos los cuatro, brindamos por la democracia, por votar, por que los que no pueden hacerlo puedan de una buena vez, por que esta vez la historia se tuerza un poquito.

Fuimos, la escuela de siempre. El aula de siempre, la de la señorita Ceci, la de Mariano Moreno. Había tanta gente que las filas de cada mesa se mezclaban, se me acerca un gendarme (de apellido Moreno) y me dice "si, acá". Estaba en la fila correcta. Me imaginé entrando al aula y adentro don Mariano Moreno sentadito en un banco, con mirada inquisidora, espiando qué boleta elegía y listo para romperme la cara si agarraba la que había sido parte de mi pesadilla.

En la fila dos mujeres conversaban. Una, nerviosa porque los gendarmes tenían armas, la otra que decía que la gente tardaba porque no estaba decidida, que nadie estaba decidido y que votaban por obligación. Casi me doy vuelta para decirle "yo si, y voto porque me hago cargo y quiero votar", pero no quise gastar saliva, además de que era mi turno y el tiempo ya se había estirado demasiado. Me costó encontrar las boletas que quería para armar el collage, pero las encontré y puse lo que se me cantó adentro del sobre. Salí y lo metí en la urna.

No importa por lo que se vote, por quién vote, quién vaya ganando, si algún candidato me convenció o no crea en nadie, cada vez que meto el sobre en la urna se me infla el corazón y se me dificulta la respiración por un ratito. Es la emoción. Votar me llega. Pensar me llega. Estar a favor o en contra de algo por haberlo razonado me llega.

Volvimos, me quedé a cenar con mis viejos y a la hora de las brujas volví para mi casa. Y así se pasó el fin de semana. Un fin de semana raro, porque yo me sentí rara. Y todavía me siento rara. Rara porque no se ni qué pensar, ni qué sentir, ni me dan ganas de averiguarlo. Fue como ver televisión y que el fin de semana fuera el momento de las propagandas, las que se aprovechan para acomodarse en el sillón, ir al baño, hacerse un té café o mate, esas que se espera que terminen para seguir viendo la película.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola!

Bueno, así es, la vida es una película y nosotros somos los protagonistas.

Lo bueno es que en esta película todo queda, nada se puede borrar, ni lo bueno ni lo malo.

El cine, en cambio, permite la posibilidad de editar, cortar, eliminar y volver a grabar.

Sería muy interesante volver a vivir cosas pasadas o avanzar para pasar mas rápido un mal momento, pero lamentablemente (o por suerte) no se puede.

Bueno, me estoy yendo de tema.

Beso

Andrés Lautaro dijo...

despues de leer todo tu post, lo que mas me tranqulizo es que no haya habido ballotage.

| Perla | dijo...

A mi me pasaba lo mismo con un libro que leí. La primera vez, al otro día falleció mi abuela. La segunda, se murió una perra que yo quería mucho. En algún momento hice la asociación y nunca más lo toqué, por las dudas.

Salitou dijo...

Romina, me encantó tu comentario, y me parece que lo interesante está justo en no poder hacer edición ;-)

andrés lautaro: la vez pasada hubo ballotage y no pasó nada... esta vez no hubo y todavía tengo miedo xD

|perla|: viste lo que son las casualidades? existen las casualidades? una vez me dijeron que no, y estoy empezando a dudar.

Abrazos para todos, gracias por pasar :-)