9.04.2008

Duda existencial


No se si resurgí de entre las cenizas como el Ave Fenix, con mi fuego intenso, resplandeciente, brillante, caliente como ninguno, fuego que da calor, que abriga, que reconforta, fuego que quema y convierte todo en cenizas, o si las cenizas son la palada con la que sepulté todo otra vez, cenizas que van a salir volando mientras el viento del norte aviva otra vez las brasas de siempre.

Dudas. Dudas y proyectos. Una vida nueva que empieza con toda la fuerza, o la ilusión de El Cambio reflejada en mi espejo de toda la vida, el que se rompió miles de veces en miles de pedazos y todavía continúa firme y entero reflejando la imagen que quiero ver hasta que se cansa y me muestra sin anestesia la realidad.

Volvieron los sueños. Soñé con mi tío que está mal, lo soñé enfermo y empeorando. Y también soñé con un chaman que me venía a buscar, me decía que soy el Fuego, y me llevaba con otras dos personas a buscar al que hacía el mal. El chaman me decía que creyera, que si pasaba como él decía era porque era cierto y tenía que rendirme a mi misma y creerle.

Y pasaba, rodeamos al que hace daño y quiso saltar por encima nuestro, como un inmenso lobo gris de humo y ojos de vacío, y pasó por encima mio, y tiré la cabeza hacia atrás y abrí la boca, y mi fuego lo detuvo, lo envolvió y quedó suspendido en el aire. Lo rodeamos y quiso atacar. Atacar o defenderse, y levanté los brazos y mi pared de fuego se interpuso mientras los otros dos hacían su trabajo. Y el chaman nos miraba a lo lejos, como quien ve una vez más la misma película.

Cuando terminó todo se me acercó y me dijo algo al oído, algo que hizo que sintiera que se me despegaba la piel, que entre yo y mi piel de ahora crecía aire tibio, sentí hormigueo en la piel que se me desprendía, un hormigueo tibio y después nada. Y sentí mi cuerpo livianísimo, flotaba, volaba por donde quería a mi antojo, el cielo y la tierra eran míos.

Y abrí los ojos. "Nos quedamos dormidos! Levantate". Y las palabras finales del chaman se hicieron humo, igual que él y las caras, los nombres y los poderes de los otros dos, pero el rostro del chaman, ese todavía lo sigo viendo y me sonríe, en sus ojos solo hay sabiduría, comprensión, aprobación y cariño.

No se si resurgí de mis cenizas, pero si se que me siento nueva, me siento libre, las ganas de hacer cosas volvieron, la dosis diaria de garombol está firme junto a mi café y mis vitaminas, tengo proyectos otra vez, estoy cambiando mi ambiente, poniéndole más de mi, organizando mi desorden. Otra vez tengo las palabras que los demás necesitan y me salen así de fácil. Pero esta vez también tengo las palabras que yo necesito. Y eso me gusta.

No se si será otra palada de cenizas y de un soplido en cualquier momento todo volverá a ser gris, chato y aplastante. Y la verdad, no importa mucho, porque se que cuando vuelva a soplar el viento del norte las brasas ya no van a ser las mismas.

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