2.07.2011

Lunes

Dos menos veinte y no tengo nada de sueño. La culpa de todo viene de cuando no pude dormir dos noches seguidas, dormí todo el día y el sueño se me dio vuelta como un panqueque. No digo tortilla porque dar vuelta una tortilla es flor de lío, y una de cada tres veces la mitad de la tortilla va a parar fuera de la sartén, en cambio dar vuelta un panqueque... con los ojos cerrados y doble vuelta mortal, que vendría a ser el doble salto mortal de los panqueques.

Bueno, pavadas, hay que llenar el espacio pero no exageremos, un buen post de cinco líneas vale más que diez páginas con cinco pavadas, el tema es lograr un buen post de cinco líneas, me perdí la fé, y eso no es una pavada.

A qué iba? Ah, si, experimento. Divagar un lunes de madrugada, mientras tomo el té dormitivo rogando que funcione, debatiéndome entre perder tiempo dando vueltas en la cama esperando que se haga el milagro y me duerma o seguir leyendo esa saga de un montón de libros que empecé en las vacaciones.

Termino el té dormitivo y me voy a la cama, leo un capítulo del libro (voy por el número trece, son veintiuno), y veremos si logro madrugar y llego bien al trabajo o si me duermo a las seis menos veinte y a duras penas me levanto a las nueve, salgo corriendo a velocidad de crucero (mi velocidad de crucero, que es ir apenas más rápido que mi tortuga en verano por las baldosas calentitas de la terraza), llego casi al mediodía a la oficina y me tengo que quedar hasta que las velas no ardan.

Veremos que pasa.

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